...empiezo a decirle todo aquello que las palabras no pueden llegar a expresar. Se lo grito. Una vez, y otra, y otra...así hasta 4, y cuando ya no me queda aliento le miro, y me mira, y que se jodan los suizos y sus fábricas de relojes porque paramos el tiempo... Enciendo un cigarro a pesar de que sé que nunca le gustó que fumara a su lado:
- Cómo te he echado de menos, coño.
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